Desde la Fundación Igualdad, hemos querido abrazar esta tradición ancestral, creando un altar que celebre a nuestres referentes, aquelles que, con valentía y amor, forjaron caminos de orgullo en nuestra historia. 

Este altar no es solo un recuerdo: es un lugar sagrado donde sus presencias y sus luchas vuelven a florecer, resonando entre nosotres como un canto que jamás se apaga. Con esta ofrenda, honramos a quienes se enfrentaron a un mundo de sombras con el brillo de sus convicciones, inspirándonos a vivir con la misma fuerza.

Hoy, nuestras velas son estrellas también para quienes partieron demasiado pronto, arrancades por el odio y que ahora descansan en el arcoíris. Las luces que iluminan nuestro altar son el faro que les señala el camino de vuelta, recordándoles que aún les llevamos en el corazón, que seguimos aquí, firmes, sosteniendo su legado y su amor, para que nos encuentren recordándoles, para que sepan que sus enseñanzas perduran, que seguimos adelante, honrando su legado y dando vida a sus sueños en cada acto de amor, militancia y resistencia.